Posted by : Vaig a Peu sábado, 12 de agosto de 2017

La sierra de Santa Pola es una plataforma carbonatada de pequeñas dimensiones que corresponde a un antiguo atolón de edad Messiniense de unos 5 km de diámetro. Tras ser enterrado por sedimentos más recientes, fue exhumado durante el Cuaternario y el relieve resultante reproduce la morfología original del arrecife y proporciona magníficos afloramientos. Desde la Ermita es posible observar los tres componentes básicos de este antiguo arrecife: 1. Frente arrecifal. Coincide con el acantilado actual y su altura llega a alcanzar 50 m cerca del Faro, aunque en este sector su altura es menor. Está constituido fundamentalmente por colonias del coral Porites que muestran diferentes morfologías de acuerdo con la profundidad. Así, en la parte inferior dominan las morfologías planares, mientras que en la superior dominan las formas en bastón. En la parte más alta, en la antigua cresta arrecifal, son frecuentes las colonias masivas semiesféricas. 2. Talud arrecifal submarino donde, durante el Messiniense, se acumulaban los fragmentos caídos del arrecife. Coincide con el talud actual y, por ello, sus depósitos están parcialmente cubiertos por fragmentos caídos en época más reciente y en condiciones subaéreas. 3. Abanico de Halimeda. Se desarrolló sobre el talud justo en frente de un canal de desagüe que conectaban la laguna interna del atolón y el mar abierto. Durante el Messiniense las Halimeda, algas verdes articuladas, colonizaban las zonas de la laguna próximas a los canales. Al morir, se desarticulaban y sus placas componentes eran arrastradas por las corrientes acumulándose sobre el talud. El arrecife messiniense de Santa Pola es uno de los pocos ejemplos de atolón “fósil” encontrados en el mundo. Hacer un trayecto por la sierra de Santa Pola es como recorrer un arrecife actual, pero sin necesidad de bucear. Es posible observar su morfología general y diferentes detalles de su estructura, incluyendo distintas morfologías de las colonias de coral en posición de vida. Su interés científico es tan alto que ha sido objeto de estudio por compañías de petróleo con el fin de establecer un modelo sedimentario general de este tipo de arrecifes. El atolón de la Sierra de Santa Pola se formó durante el Messiniense, hace unos 6 millones de años, en la denominada Cuenca del Bajo Segura. Esta cuenca, que se extiende entre Alicante y Murcia, se originó en el Mioceno Superior y su relleno registra con gran precisión la evolución del Mar Mediterráneo en tiempos geológicos recientes.
CÓMO LLEGAR: Por la CV-865, entrar a Santa Pola por la N-332 y la Ronda Norte. Poco después de la segunda rotonda está el aparcamiento a la izquierda.
COMPONENTES: VICENTE Y PEPE
ITINERARIO: INICIO / BAJADA BARRANCO / BARRANC DE PACO MANYACO / RUINAS / SALIDA BARRANCO / ALJUB DEL MANYO / VÉRTICE / BATERÍAS / PASARELAS / FARO / VALLA / MIRADOR / BARRANC L’ESCOLGADOR DE CRIST / DCHA. / CUEVA DE LAS ARAÑAS / CUEVA / DERECHA / DCHA / ERMITA DEL CARABASÍ / PLAYA DELS GOSSETS / DESVÍO DCHA. / PAS DEL CAVALL / IZQ. ENLACE / SIN SENDERO / CAMINO / FULLA ROTJA / DCHA. SIN SENDA / CAMÍ DEL FRARE / BAJADA BCO. / BARRANC DE LA TÍA AMALIA / PUENTE Y SUBIDA / FIN.

LA RUTA: Hoy aprovechando la bajada de temperaturas queremos hacer algo más fuerte. La pequeña sierra de Santa Pola es sorprendente, pero es difícil hincarle el diente a su atolón, la parte alta, y a su zona arrecifal, el frontal marino, a la vez.

Hemos combinado dos buenos Tracks para poder abarcar el máximo de lugares emblemáticos; subiendo, bajando y volviendo a subir por los acantilados, recorriendo los cauces del banrranc de Paco Manyaco a la ida y el de la Tía Amalia al regreso.

Los 345 metros de desnivel acumulado son asequibles. Indispensable el GPS para unir sendas y caminos con zonas de campo a través. Solo el paso por el acantilado de la verja del faro requiere mucha atención, se puede evitar rodeando el faro.

Amanece con unos grandes y grises nubarrones. Iniciamos desde el aparcamiento, por la izquierda, un sendero nos baja por el terraplén de la ladera hasta el cauce del barranc de Paco Manyaco, que nos sorprende por la intensidad verde de su pineda.




Es un cauce poco profundo y de reducida anchura entre sus paredes,  en la parte alta vemos los últimos edificios.  El curso asciende suavemente en dirección norte paralelo al trazado la N-332. Llama la atención la frondosidad de sus pinos.


Pese a estar en la recta final del verano se conserva una leve humedad en su lecho que mantiene el vigor del abundante matorral bajo. Pequeños diques y muretes formaban terrazas abancaladas que en su día estuvieron en producción.


Resulta entretenido seguir el sinuoso cauce que comienza a girar hacia el este alejándose de la carretera. Salimos del barranco para ver las ruinas de una antigua casa y su aljibe, quizás fueron los dueños de la zona abancalada.

Quedamos un poco desorientados al ver tan cercana la sierra de Callosa y unos globos aerostáticos, lógicamente estamos en la parte más alejada de nuestra ruta y ahora tomamos dirección al mar. Bajamos de nuevo al cauce.


Su parte alta es más agreste y asilvestrada con muretes más elevados y restos de viejos troncos arrastrados por antiguas riadas. Poco a poco el cauce se difumina y el sendero se abre paso entre una llanura con verdes pinos.



Salimos muy cerca de la carretera que da servicio al faro, caminamos un tramo paralelos a ella desechando varios cruces de caminos. El día se ha despejando y el aire mueve las nubes. En un poste tenemos una chicharra cantarina.


Poco más adelante, por un sendero giramos a la derecha para visitar el Aljub del Manyo, antigua cisterna soterrada. Luego, continuamos bajando hasta enlazar con el Camí Vell del Far, que seguimos por la izquierda.


Posteriormente el camino nos conduce hasta el bunker o casamata, vestigio de la guerra civil, ahora pintado de azul quitándole toda su agresividad. Arriba, han colocado el vértice geodésico de la sierra (143 m), algo inaccesible para las fotografías.

Muy cerca están excavadas, las dos baterías antiaéreas, hoy desartilladas y que se manejaban desde el bunker, eran posiciones republicanas que interferían los ataques aéreos del bando nacional a la ciudad de Alicante.


Proseguimos adelante, hacia los acantilados. Dejamos el faro a la izquierda y nos dirigimos al esplendido mirador. Diseñado en forma de pasarela ondulada, está elevada unos metros sobre el vacío y parece que estemos flotando sobre el mar.


Es el mejor otero para observar l’Illa de Tabarca. En días claros tenemos visibilidad por el sureste hasta el cabo de Palos, y por el Este, más allá de Moraira, además de todas las alta montañas de la provincia cercanas al mar.


Henchidos de Mediterráneo, afrontamos el paso por los acantilados junto a la valla del faro. No es difícil, pero hay que prestar atención y en algún recodo, sujetarnos a la tela metálica de la valla. Los no habituados, pueden rodear el recinto del faro.


Durante el breve recorrido, las miradas son extraordinarias al litoral arrecifal y al viejo atolón fósil que forma la mole del cabo de Santa Pola, acostumbrados siempre a verlo frontalmente desde la orilla del mar.


A medida que rodeamos el recinto tenemos bonitas imágenes de la Atalayola, torre defensiva del siglo XVI, que fue adaptada a la función de faro de Santa Pola en mitad del siglo XIX. También podemos ver los restos de su antiguo aljibe.


Al dar la vuelta nos vamos separando de la valla del recinto, cortos senderos nos llevan a una pequeña planicie que suelen utilizar los parapentistas para sus vuelos. Llegamos a otro mirador junto a una urbanización.


El siguiente paso es descender desde este punto por el barranc de l’Escolgador de Crist. Hay algunos mojones que marcan el inicio del sendero. Tomar precauciones porque al ser un tramo muy corto, es bastante inclinado.


La bajada termina junto a una peana informativa de la microrreserva de flora. Ahora debemos seguir por la izquierda, por el sendero marcado como GR-232, siempre pegados a la falda de la sierra. Cuidado, en estas fechas hay muchos ciclistas.


Es un sendero entretenido con aires montañeros. Seguimos paralelos al mar y a la montaña hasta llegar a la altura de la ermita de Nuestra Señora del Rosario y la playa del Carabasí. En la siguiente barranquera a la izquierda está la cova de les Aranyes.


No sabemos su ubicación exacta y atacamos la ladera izquierda por rastros de sendas que al final se obstruyen por la maleza. Decidimos cruzar a la otra ladera y elevarnos un poco, entonces descubrimos la reja que cierra su entrada.


Una vez localizada, volvemos a cruzar la exuberante barranquera y por escondidas sendas llegamos a ella, a pocos metros en vertical por debajo de la urbanización. Cerrada a cal y canto, a la derecha tiene pintado en rojo un pequeño caballo.


Su cronología abarca del Neolítico al Eneolítico entre 3000 y 2500 a.C. tiene 19,5 m. de profundidad y 12 m. de anchura. Se han encontrado cuchillos de sílex, cerámica decorada, punzones de hueso y lo más importante: una pintura rupestre de un caballo rojo.


Al regreso pasamos por debajo de una oquedad frente a la cueva. En la loma giramos a la derecha para bajar perpendicularmente al Camí del Carabasí, junto a la ermita, que seguimos por la derecha, en dirección Santa Pola.


Avanzamos paralelos al camino bordeando las plataformas rocosas y pequeñas calas. Pasamos por la playa dels Gossets, Cases del Cap, Chiringuito Azul, y antes de llegar a la cadena, giramos a la derecha para enlazar con el sendero de subida por el Pas del Cavall.


Se trata de otro pequeño barranco parecido al de l’Escolgador de Crist, con la misma verticalidad, pero ahora de subida, algo que se soluciona tomándolo con calma, haciendo paradas para contemplar el paisaje y llenar los pulmones de aire.

En la parte de arriba, volvemos a tener vistas del faro, la pasarela del mirador y un parapentista flotando en el cielo. Campo a través tenemos que ir girando a la izquierda para enlazar con el track de regreso.

A golpe de GPS utilizamos parte de una senda para enlazar con un camino, siempre girando a la izquierda. El camino lo dejamos en un cruce a la derecha por la Fulla Rotja, que más tarde dejamos por la derecha en otro tramo sin senderos.

Sin despegar ojo del GPS hacemos un recorrido de transición, cruzando el suave cauce del barranc de l’Hermanet hasta enlazar con el Camí del Frare que continuamos por la izquierda durante un buen tramo.

Llegamos a otro cruce no balizado donde dejamos el camino por la derecha, y sin sendero buscamos la mejor bajada al cauce del barranc de la Tía Amalia, que seguimos su lecho por la izquierda, ya por sendero conocido.


Este barranco es más corto y con mucha menos vegetación arbórea que el barranco de Paco Manyaco, con algo de palmito y  pinar, y alguna higuera mezclada entre algarrobos. Su cauce termina en un pequeño dique junto a la calle del Carmen.


Recorremos su cauce hasta llegar justo debajo del puente por el que pasa la Ronda Norte, y por la derecha subimos la ladera hasta llegar de nuevo a la civilización. Ahora solo nos queda seguir por la derecha.

En unos quinientos metros tras pasar por el depósito de aguas potables de Santa Pola y el acceso al Paraje Meleja llegamos al aparcamiento, finalizado esta dilatada ruta en la que hemos recorrido las partes más interesantes del atolón del cabo de Santa Pola.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA POTABLE EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 20 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 06:00 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 143 M. (Vértice Geodésico)
ALTURA MÍNIMA: NIVEL DEL MAR
DESNIVEL POSITIVO: 345 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 342 M.
DIFICULTAD: MODERADA.

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