Posted by : Vaig a Peu miércoles, 6 de septiembre de 2017

El termalismo es una actividad, un tipo de reposo vacacional extendido en todo el norte de Europa. El clima y la abundancia de fuentes termales hace que, además, en Islandia sea un recurso energético clave. Toda Islandia se alimenta en agua caliente y calefacción gracias a la geotermia. Desde el final de la II Guerra Mundial, se fueron construyendo canalizaciones públicas  gestionadas por el Estado que abastece todas las casas del país y que hacen que el coste energético de las calefacciones sea muy bajo.
Además de las ventajas ecológicas y logísticas, la geotermia y el termalismo son un recurso turístico de primera importancia. Dos de los sitios turísticos más famosos y frecuentados de Islandia, el Blue Lagoon – La laguna Azul, y el Valle de los geiser de Haukadalur son manifestaciones termales.
En España, las aguas, los balnearios, no son demasiado conocidos ni populares, excepción hecha de Galicia y algunas comarcas pirenaicas. Su asociación a la alta sociedad de finales del XIX y sobre todo el desconocimiento mutuo de las regiones españolas hace que este recurso turístico y de salud no sea conocido en general. Todo lo contrario observamos en Escandinavia, donde la sauna finlandesa es un monumento nacional, que se usa también en Noruega, Suecia o Rusia. En Islandia, las piscinas termales, muchas al aire libre, son un rasgo del país. Lo mismo ocurre en Japón donde las abundantes fuentes termales se asocian a una cierta filosofía de la vida. En Islandia se distingue entre zonas termales de baja y alta temperatura. Las de baja temperatura (menos de 150º C) son las más comunes, conociéndose en la isla cerca de 250 zonas con más de 700 fuentes. Si en su viaje por Islandia se encuentra con las palabras “laug” o “hver” en algún cartel o topónimo, eso significa que existen zonas termales. La temperatura media de las fuentes es de 75º, por lo que tengan mucho cuidado en mojarse las manos o la cara, si quieren evitar quemaduras. Siempre, respete las indicaciones y no salga de las zonas especialmente acondicionadas para el baño. El clima en Islandia se va suavizando desde marzo, pero eso no significa que el calor sea agobiante, ¡ni mucho menos!

Hoy no hemos madrugado para desayunar tranquilamente y preparar el picnic del mediodía. Tenemos la mañana libre para pasear por Stykkishólmur hasta las dos de la tarde, hora en  que zarparemos con el ferry hasta Brjánslaekur.

Mañana comenzaremos el recorrido por los Fiordos del Oeste. Aprovecharemos para hacer algunas compras y volver a subir al islote Súgandisey. Nada tiene que ver este precioso día con la tarde lluviosa, aunque también tenia su encanto.


Rodeamos el puerto por la derecha y lo primero que vemos es el ferry atracado en el pantalán junto al islote. De nombre Baldur, tiene el morro de la proa levantado, dejando una gran boca de entrada por donde embarcaremos la furgo y nosotros en unas horas.


El paisaje soleado es una delicia. Paseamos observando todos los detalles del puerto, ahora podemos admirar bien las columnas basálticas que componen los acantilados frontales del islote. En el ferry hay algo de actividad.


Subimos arriba del islote hasta el singular faro, en el que siempre hay alguien fotografiándose. Paseamos por sus hermosas lomas herbosas y tenemos miradas nítidas al pueblo y su puerto, donde reina una calma extraordinaria.


Recorremos los senderos hasta la otra punta mirando la infinidad de mínimas islas que componen un micro archipiélago en los alrededores, son como pequeñas máculas que flotan. Regresamos hacia el puerto.

Esta vez recorremos la parte oeste del pueblo, cuyas casas se elevan hasta lo alto de la colina. Hay un detalle que no escapa a la vista, Todas las casas que vemos, son nuevas o han sido restauradas recientemente, lo cual indica un alto nivel de vida.


Tenemos vistas a la emblemática iglesia, al recoleto puerto y al calmado mar. Sigue reinando una paz increíble. Descendemos por otras calles distintas  maravillados de la heterogénea diversidad de sus grandes casonas.









Volvemos al puerto junto a una tienda de regalos y curiosidades. A su lado hemos fijado el punto de encuentro para tomar el picnic en unas mesas de madera. Luego, admirando grupos de aves en la parte rocosa, nos dirigimos a embarcar.


Sin saber como han llegado, hay una larga cola de unos 30 coches para embarcar. Una grúa está izando materiales de construcción al ferry, estructuras de madera y contenedores. Poco después dan acceso para embarcar los pasajeros.










Mientras las grúas terminan de cargar el ferry y embarcan los vehículos, recorremos todas sus cubiertas. Dejamos las mochilas en un grupo de sofás en el salón de la parte cerrada y salimos a cubierta para ver como zarpamos.


Poco a poco el puerto, el islote con su faro de color rojo y Stykkishólmur se van quedando atrás,  una larga y espumosa estela marca la distancia en la lejanía. Sobrepasamos mínimos islotes y otros más grandes no habitados, pero con un solitario faro.


En las cubiertas exteriores el aire es fresco y bajamos al protegido salón para echar alguna cabezada y cuando avistamos islotes de mayor tamaño, salimos de nuevo al exterior. En el horizonte se perciben las casas de una isla mayor.


Nos vamos acercando a la isla de Flatey, una de las de mayor tamaño de este fiordo. Un tiempo después amarramos en su diminuto puerto. Hacemos una breve escala sin desembarcar. Todo el material de construcción es descargado.

Este es un servicio regular cada dos o tres días que el ferry efectúa el trayecto de ida o vuelta, es aprovechado para abastecer de todo cuanto necesiten los pocos habitantes de esta minúscula isla, algunos de ellos se acercan para charlar con la tripulación.

La isla de Flatey es la mayor de un archipiélago de unas 40 que se formaron durante la edad del hielo, tiene unos dos km de largo por uno de ancho. Posee unas 150 especies de plantas extremadamente delicadas. En invierno son 5 habitantes.


Concluida la descarga, el ferry sale del laberinto de islotes para seguir su rumbo, Flatey y sus casas van menguando desde popa, y poco más tarde, desde proa, la costa de Bjarkarholt deja de ser una sombra y se convierte en una gran mole.

El pequeño puerto con un estrecho pantalán con suficiente calado para el ferry, se reduce a unos hangares para almacenamiento. Tras la maniobra de atraque, dejan salir primero al pasaje y luego a los vehículos.

Ya en el nuevo albergue, nos dicen que tienen una poza termal dentro de la propiedad, a un km del albergue, decidimos ir a darnos un baño pero  está ocupada, y marchamos con la furgo a buscar otra que no nos agrada mucho, así que volvemos a la primera.

Los ocupantes ya se han ido, pero hay pocas ganas de bañarse. Solo Francesc y yo nos decidimos. Es una pequeña poza circular junto al mar. El agua está perfecta, sin llegar a quemar, nos podemos apoyar en unas losas del fondo.

Tras el relajante baño, tenemos que secarnos rápido y vestirnos, la diferencia con la temperatura ambiental es amplía. Volvemos a la furgo con los demás y al albergue para preparar la cena de hoy.

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