Posted by : Vaig a Peu domingo, 14 de mayo de 2017

El núcleo urbano de San José es considerado la capital del Parque Natural, por ser la población más grande dentro del parque y por contar con todos los servicios necesarios. Forma parte del municipio de Níjar, y tiene censados unos 800 habitantes, duplicando o triplicando este número en verano, aún siendo así su ambiente no desentona con el entorno del Parque, sus casas son construcciones bajitas de paredes blancas que se rigen por la ley urbanística del interior de los parques naturales. San José fue un pueblecito dedicado a la pesca y en la actualidad su actividad fundamental es el sector turístico, siendo así, se han construido todo tipo de servicios como el puerto deportivo. Algunas casas se asoman al mar desde  los medianos acantilados que encierran al pueblo, teniendo una vista espectacular del mar. La plaza del pueblo tiene mucha vida, hay establecimientos de restauración con  sus terrazas y alguna tienda. Estupendo el parque infantil, que da alegría por la cantidad de niños que lo disfrutan. También partiendo de la plaza  y alargándose hasta el pequeño paseo marítimo,  podemos encontrar en determinados días festivos  unos puestos de artesanía  con  collares, colgantes , objetos decorativos etc. realizados en diversos materiales  como cuero, metal o conchas. Estos interesantes puestos dan muestra  de una parte de los foráneos bohemios que han elegido el enclave del Parque Natural para vivir y ganarse la vida con su actividad artesanal o artística. El pueblo está rodeado por un entorno de naturaleza privilegiado y cerca se encuentran las playas y calas más bonitas del Mediterráneo, como por ejemplo Playa de Mónsul o Playa de Genoveses. En el mismo núcleo urbano hay varias playas la mayor es la playa de San José luego existen otras playas más pequeñas a lo largo de la línea de costa del pueblo. Como ya hemos dicho en San José encontraremos servicios dedicados al turismo como información, alojamiento, restauración y actividades de ocio y deporte. Aunque las fiestas patronales del pueblo de San José son  en marzo, en el segundo fin de semana de agosto se celebra la Fiesta del Turista: actividades de restauración,  animación y ocio que se realizan para entretener a la crecida población visitante.
CÓMO LLEGAR: Desde San José de Níjar, Cabo de Gata.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: SAN JOSÉ / CASTILLO SAN JOSÉ / MIRADOR / CAMINO / SENDERO / CRUCE / PLAYA GENEVESES / MORRÓN GENOVESES / CALA PRINCIPE / CALA GRANDE / CALA DEL LANCE / PLAYA BARRONAL / PLAYA MONSUL / CALA MEDIA LUNA / CASAS DE MONSUL / DERECHA / CRUCE REGRESO / PLAYA / SAN JOSÉ.

LA RUTA: Llegamos ayer a media tarde y tomamos posesión de nuestro hotelito en la calle principal y a un paso de todo. En estas fechas es un lugar tranquilo y hay gente en todos los sitios. Por la noche, el clásico paseo a buscar restaurante.

Como siempre, desayunamos pronto y consultamos por el comienzo de la ruta que ya traíamos en el GPS, y nos aconsejan empezar a pie desde el hotel, serán unos tres km más pero vale la pena conocer los alrededores.


Iniciamos desde las escaleras, en dirección al mirador y al cuartel de la Guardia Civil, callejeando por el entorno costero, dejando atrás casas y chalets hasta ver la puntica donde está el cuartel, edificado en 1973 sobre las ruinas del castillo.


Cuando acaba la carretera cogemos una invisible senda sobre el acantilado, no hay peligro pero tampoco senda, y por el asfalto también se llega al mirador. Saltamos la baranda para meternos en el mirador, dedicado a Josefina Huertas.

Poco después dejamos el asfalto por un ancho camino de tierra que recorre los contornos del litoral, dando acceso a un moderno chalet con unas espectaculares vistas al mar. Se acabaron las edificaciones y el camino se torna sendero.


El sendero sigue rodeando la loma sobre los acantilados y con hermosas vistas al Morrón de los Genoveses y su playa que poco a poco va apareciendo en el paisaje. El palmito y el matorral de esparto salpican la ladera.


Comenzamos a descender hacia la playa, altas piteras flanquean el sendero y por la derecha, la suave ladera ha sido plantada de gramíneas, donde resaltan rojas amapolas. La playa forma una tranquila ensenada.


Para ir más rápidos no pisamos la arena y seguimos el camino que la bordea, pasamos por una casamata de la guerra civil, los antiguos nidos de ametralladoras que vigilaban las playas, junto a una hilera de maltrechos eucaliptos.


Playa de los Genoveses, preciosa playa encerrada entre dos puntas donde remansan sus aguas. Es la más cercana pero solamente hay una persona. Seguimos el camino hasta un punto en que nos desviamos hacia el mar, caminando por la playa.


Hace una mañana preciosa. Dejamos la playa y comenzamos a subir por la ladera hacia el pequeño colladito que hay antes de la variante al Morrón de los Genoveses. Las vistas siguen creciendo a ambos lados.


Susi se queda y yo remonto hacia la cima que tiene vértice geodésico, es un trayecto corto pero empinado y a medida que gano altura gano en panorámicas, es un entorno desolado, de montañas peladas que trasmiten calma.


Cumbre del Morrón de los Genoveses (71 m.), quizás una de mis cumbres más irrisorias, pero merece la pena subir. Tras asomarme a los precipicios regreso al collado y juntos proseguimos bordeando los acantilados.


El morrón se va quedando atrás como un diminuto istmo que se adentra en el mar. A media loma, nuestro sendero señalizado ahora con marcas de pintura blancas y azules, surca las duras rocas de origen volcánico.


Es un precioso trayecto por un entorno agreste de inusitada belleza sobre un mar de sereno azul cálido. Aunque el piso no es resbaladizo y el calzado se adhiere bien a la roca, tomamos precauciones para poder disfrutarlo.


Coronamos la parte alta de la rocosa loma y entrever poco a poco la primera de las calas, Cala Príncipe. Escondida y recortada entre rocas negras, pequeña y de arena gris oscuro. Solo se puede acceder a pie o por mar, y de una intimidad exclusiva.


Sin llegar a bajar, el sendero la rodea por la parte de arriba, por el ramblizo que la ha formado. En su otra vertiente el espolón rocoso es mucho más elevado y a media subida nos permite ver la cala siguiente. La Cala Grande.


Como su nombre indica es de mayor tamaño y más abierta, con arenas de tonos algo más claros. En ésta si bajamos a la playa,  descendiendo por la pedregosa ladera hasta la orilla del mar para dirigirnos  al otro espolón.


Giramos entre la arena y las rocas para entrar en un entorno marino espectacular. Retorcidas e irregulares paredes volcánicas y rocas en el mar, que apenas nos dejan una estrecha franja de arena para caminar.










Altos farallones de grotescos perfiles que dejan volar la imaginación nos contemplan. Caminamos sobre las rocas para esquivar el agua y de vez en cuando se abren diminutas calitas o recodos arenosos donde rompen las olas.


Bordeamos otro perfil rocoso para entramos en la Cala del Lance. El lance es un modo de pesca artesanal en desuso. No es muy grande y está dividida en dos por un puntiagudo roquedo basáltico que se mete en el mar.


Salvando las distancias, el entorno se asemeja a los órganos de La Gomera. El agua y el viento han erosionado las basálticas lajas verticales que parecen pequeños instrumentos musicales, o libros y legajos apilados.


Para salir de ella, cerca del otro espolón nos desviamos por la derecha para comenzar a elevarnos sobre él, y a media altura, seguir caminando por los acantilados. Las vistas se alargan y vemos al fondo el Cerro de Vela Blanca (212 m.).


Es un tránsito en el que hay que prestar atención. Nos cruzamos a una joven, que cámara al hombro fotografía la zona y publica las esencias de su tierra. Nos acercamos al siguiente pivote donde resalta un franja de color ocre sobre las tonalidades más oscuras.


Distinguimos la Playa del Barronal, partida en dos por un roquedo que se adentra en el mar.  Desde esta altura solo distinguimos la primera mitad, grande y abierta, pero con muy poca gente. Sin bajar a la arena, la rodeamos por arriba.


Subimos al roquedo que la divide y observamos la otra mitad, más parecida a una cala y también con escaso personal. Son lugares preciosos y tranquilos, pero donde hay que portear todo cuanto se necesite, y no hay sombraje.


Las sorteamos por arriba de los acantilados subiendo al elevado pivote de la Punta de la Peineta. Hacia atrás vemos el recorrido que hemos efectuado, que parece plegado como un acordeón, y bajo nuestros pies, la Playa del Mónsul.


Partida en dos por otro roquedo que se adentra en el mar, es una playa hermosa, y en ésta si hay gente pero con enorme separación entre unos y otros. Descendemos por la arenosa cuesta hasta el agua del mar. Corre una suave brisa.


Buscamos acomodo entre unas rocas y vamos dispuestos a bañarnos. Desistimos al instante, está realmente fría. Nos adentramos sin llegar a mojarnos las rodillas, y somos de los más valientes. Almorzamos tranquilamente.

Nos queda una cala más para comenzar a regresar. Por la arena tomamos dirección hacia las Casas del Mónsul, donde está ubicado el aparcamiento más cercano para coche, por eso hay más gente, la mayoría familias jóvenes con críos.


En la intersección de los caminos, balizados y delimitados por barandas de troncos, Susi se dirige hacia las casas y yo continúo por el sendero que rodea la loma. Desde este punto ida y vuelta, son unos ochocientos metros.


Cala de la Media Luna, pequeña y recogida. Dada la cercanía del aparcamiento también hay gente y sombrillas. Voy regresando al punto de encuentro, de donde también parte un sendero hacia el Cerro de la Vela Blanca.


Desde las casas tomamos la pista de tierra que da acceso al aparcamiento y proseguimos por ella, sigue llegando gente que aparca en línea en uno de los arcenes, en verano estos accesos están colapsados. También hay un autobús lanzadera desde San José.


Es una parte desolada y polvorienta donde solo crece la pitera. En 1,7 km aproximadamente, dejaremos la pista por la derecha, por un camino más estrecho y que en diagonal nos acerca al cruce de esta mañana en la Playa de los Genoveses.


Llegados al cruce, vemos que hay más gente en la playa. Comenzamos subir por la loma repitiendo el sendero de esta mañana. Contemplamos la hermosa ensenada con el mar de un azul más intenso. Rodeamos la loma hasta el camino.


En el mirador nos vamos por el interior, al ser de bajada seguimos observando el paisaje hasta San José, donde decidimos refrescarnos en la playa antes de llegar al hotel. A la hora de cenar salimos a buscar otro restaurante distinto.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA POTABLE EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 17, 8 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 6 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 71 M. (Morrón de Genoveses)
ALTURA MÍNIMA: 0 M. (Nivel del mar)
DESNIVEL POSITIVO: 480 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 480 M.
DIFICULTAD: MODERADA.

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